Reloj,
profundímetro , manometro y tablas de buceo con aire (u ordenador de
buceo con aire)
Para el buceo con botella es
indispensable controlar el tiempo de fondo y la profundidad. Estos
dos datos tabulados en una tabla de buceo le permiten al buzo
mantenerse en los límites de seguridad.
También existen ordenadores de buceo que
integran directamente y en tiempo real el perfil de inmersión y
alertan al buzo en caso de acercarse a los límites de seguridad.
El uso del ordenador nunca debe sustituir al profundímetro ,al
manómetro a las tablas ni al reloj es solo un complemento.
Equipo
accesorio
Cuchillo |
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Cuchillo: por ley es necesario para bucear en
muchos países. Permite cortar cabos abandonados o redes a la
deriva que pudieran poner en peligro la vida del buceador.
Linterna o foco: en las inmersiones diurnas ayudan a ver
cuevas en las rocas o zonas con poca luz. En las
inmersiones nocturnas, evidentemente, son
imprescindibles. Las linternas suelen ser de menor
potencia y a pilas, mientras que los focos suelen ser de
mayor potencia y con batería recargable.
Carrete: contiene un cabo de gran longitud que permite
al buceador orientarse al seguirlo.
Brújula o Compás: muy útil para orientarse bajo el agua.
Cyalume o luz química: se atan a la botella o al BCD
durante inmersiones nocturnas.
Pizarra subacuática: permite la comunicación escrita o
gráfica bajo el agua.
Sonajero, maraca o bocina: permiten avisar mediante
señales acústicas a un buceador próximo.
Boya inflable: se puede inflar con el aire comprimido de
la botella, sirve para marcar una posición, o como ayuda
para sacar objetos pesados del agua.
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Fundamentos del
buceo
Como cualquier masa, el cuerpo de un buceador se
ve sujeto a los diversos efectos físicos de la inmersión; estos
conllevan a su vez una serie de efectos y respuestas
fisiológicas importantes a considerar, pues son ellas que dictan
los límites de seguridad.
Fundamentos físicos.
Los tres pilares de la física del buceo son el principio de
Arquímedes, la presión y las leyes de los gases. El primero
explica el fenómeno de flotabilidad, el segundo la variación de
la presión con la profundidad y el último el comportamiento de
los gases al variar la presión (el volumen y la temperatura).
Arquímedes
El principio de Arquímedes se aplica al buzo como un
todo. El cuerpo del buzo (y su equipo) presentan una masa total y
desplazan un volumen de agua equivalente al volumen del cuerpo
sumergido. El buzo está sometido entonces a un par de fuerzas
opuestas: por un lado el efecto de la gravedad sobre su masa (el
peso del buzo y su equipo), por otro lado la fuerza de flotación
ejercida por el agua, equivalente a la masa de agua del volumen
desplazado por el buzo.
Cuando la masa del buzo es mayor que la masa del volumen de agua
desplazada su flotabilidad es negativa, el buzo tiende al fondo.
Cuando la masa del buzo es menor que la masa equivalente a su
volumen su flotabilidad es positiva, el buzo tiende a la superficie.
La situación en la que las fuerzas son equivalentes, la masa del
buzo es igual a la masa del agua que desplaza, la flotabilidad se
considera neutra; la fuerza ascendente se anula con la fuerza
descendente.
El principio de Arquímedes no tiene mayor incidencia sobre la
fisiología del buceo. Su aplicación es lo que permite al buzo
autónomo mantener una flotabilidad neutra y es uno de los aliados
más importantes del buzo en apnea. Este último aprovecha el cambio
en su densidad corporal total en inmersión y de la posición relativa
(con respecto a su centro de gravedad - centro másico) de los
pulmones. En superficie el apneísta presenta una flotabilidad
positiva, que es vencida fácilmente en una buena maniobra de
inmersión (cabeza primero) y que es vencida rápidamente al
comprimirse el aire de sus pulmones con la profundidad (ver ley de
Boyle-Mariotte). A partir de determinada profundidad su flotabilidad
se vuelve negativa y le permite realizar un descenso sin esfuerzo.
La situación de los pulmones por debajo del centro másico del buzo
durante el descenso tiene por efecto un acercamiento de la
profundidad de flotabilidad neutra a la superficie. Durante el
ascenso, con la cabeza hacia arriba, los pulmones están por encima
del centro másico del buzo y la profundidad de flotabilidad neutra
se desplaza hacia el fondo. Así el esfuerzo activo de ascenso se ve
reducido y la fase pasiva (de flotabilidad positiva) es alcanzada
más lejos de la superficie.
Presión
La presión es la fuerza por unidad de área ejercida
sobre una superficie. Un fluido ejerce una presión homogénea en todo
punto de un objeto sumergido en él, que depende de la profundidad a
la que este se encuentra, siendo los vectores de fuerza siempre
perpendiculares a la superficie de dicho cuerpo. La presión absoluta
a la que se ve sometido un cuerpo en inmersión es la suma de la
presión atmosférica (debida al peso de la columna de aire) y la
presión hidrostática (debida al peso de la columna de agua). Así, el
efecto de presión es menor en altitud que a nivel del mar y, debido
a que el agua salada es más densa que el agua dulce, a igual
profundidad, un buzo en un lago está sometido a menor presión que un
buzo en el mar.
La presión atmosférica normal a nivel del mar es de 1 atmósfera. La
presión ejercida por una columna de 10 m de agua de mar equivale más
o menos 1 atmósfera de presión. Luego, para cálculos rápidos y
sencillos, asumimos que por cada 10 metros de profundidad, la
presión aumenta 1 atmósfera ó 1 bar, pues 1,013 bar=1 atm. De este
modo, podemos decir con suficiente precisión, que la presión
ejercida sobre un cuerpo a 10 m bajo la superficie del mar es de 2
bar (1 bar = P. atmosférica + 1 bar P. hidrostática).
Finalmente, el principio de Pascal determina que la presión ejercida
sobre un fluido, en este caso la atmosférica, se transmite
uniformemente por todo el fluido, de manera que la presión
atmosférica se transimite, y se suma en cada plano a una misma
profundidad, a la presión hidrostática. De igual forma, en cada
tejido blando del buzo se transmite la presión total, haciendo que
la presión interna de las cavidades sea igual a la externa.
Los gases
El cuerpo humano no es en definitiva una masa
uniforme. Si bien nuestros tejidos están conformados
mayoritariamente por agua (los líquidos idealmente son
incompresibles); la presencia de cavidades y el comportamiento
físico particular de los fluidos en fase gaseosa (aire) determinan
de lejos los límites a que el cuerpo humano puede soportar.
Ley general de los gases
La ley general de los gases explica el comportamiento
de estos con relación a las variables de presión, temperatura y
volumen. Así, en una masa constante de un gas la relación entre
estas variables se ve definida por la siguiente igualdad:
Donde P es presión, V es volumen y T es temperatura; en dos
situaciones distintas (1 y 2).
Lo que explica esta ley es que un cambio en magnitud de cualquiera
de las variables de un gas de un estado inicial (1), acarreará
irrevocablemente al ajuste de las variables complementarias en su
estado final (2) para respetar la igualdad.
Si la temperatura se mantiene constante (T1=T2), es posible
retirarla de la ecuación pues su efecto sobre el equilibrio de la
misma es nulo. El equilibrio se mantiene pues, únicamente por las
variaciones en la relación entre presión y volumen.
Ley de
Boyle - Mariotte
Artículo principal: Ley de Boyle-Mariotte
Expresa el equilibrio de un gas a temperatura constante. Durante la
inmersión la variación de temperatura del aire es mínima y por lo
tanto la ley de Boyle es especialmente práctica para entender la
relación entre presión y volumen. Básicamente, esta se ve enunciada
en la siguiente igualdad:
La presión es inversamente proporcional al
volumen de un gas: al aumentar la presión sobre una masa de gas,
el volumen de este disminuye proporcionalmente.
Así, una masa constante de aire que en superficie (1 bar) ocupa
un litro, verá su volumen reducido a la mitad ( L) al someterse
a una presión de 2 bar (-10 m), a un tercio ( L) a 3 bar (-20 m)
y así sucesivamente.
De igual manera, un litro de aire a 3 bar (-20m), doblará su
volumen a 2 bar (2 L a -10 m) y lo triplicará a 1 bar (3 L en
superficie).
Ley de
Dalton
Artículo principal: Ley de las proporciones
múltiples
El aire no es un gas puro, sino una mezcla de gases. La ley de
Dalton explica que la presión total de una mezcla de gases es la
suma de las presiones que ejercerían cada uno de los gases
componentes ocupando a ellos solos el volumen total.
Esta ley también se conoce como la ley de las presiones parciales,
pues implica que la presión parcial de un gas en una mezcla de gases
sometida a una presión X, es directamente proporcional a la
proporción en que ese gas está presente en la mezcla.
Esto quiere decir, que si en una mezcla de gases un ingrediente
representa el 20% del volumen de la mezcla a una presión P, el
ingrediente que nos interesa presenta una presión parcial de 0,2 P.
El aire normal la composición es, aproximadamente, de un 21% Oxígeno
y 78% Nitrógeno, con un 1% de otros gases (fundamentalmente argón).
Redondeando, la presión parcial de cada uno de sus componentes será:
Presión parcial de los componentes del Aire
Presión Total |
Presión parcial O2 |
Presión parcial N2 |
Profundidad equivalente |
1 bar |
0,2 bar |
0,8 bar |
Superficie = Presión atmosférica |
2 bar |
0,4 bar |
1,6 bar |
-10 m = 1 bar P. hidrostática + 1 bar P. atmosférica |
3 bar |
0,6 bar |
2,4 bar |
-20 m = 2 bar P. hidrostática + 1 bar P. atmosférica |
4 bar |
0,8 bar |
3,2 bar |
-30 m = 3 bar P. hidrostática + 1 bar P. atmosférica |
... |
... |
... |
... |
Pbar |
0,2 Pbar |
0,8 Pbar |
(P-1)*-10 m = (P-1)bar P. hidrostática + 1 bar P.
atmosférica |
Ley de Henry de disolución de los gases
Artículo principal: Ley de Henry
Cuando un gas entra en contacto con un líquido, las moléculas de gas
(debido a su energía termodinámica - presión y temperatura), van a
penetrar la interface gas-líquido y difundirse en su interior. A
este fenómeno se le conoce con el nombre de disolución de los gases.
Cuando un gas se encuentra disuelto en fase líquida se habla de
tensión (T) de un gas, a diferencia de la presión parcial (p) de un
gas que hace referencia a gases en una mezcla de fase gaseosa.
La ley de Henry explica que a una temperatura dada y en condición de
saturación, la cantidad de gas disuelto en un líquido, es
directamente proporcional a la presión ejercida por el gas sobre la
superficie del líquido.
El concepto de saturación enunciado en la ley de Henry se refiere al
equilibrio que existe entre la presión del gas (en la fase gaseosa)
y la tensión del mismo (en la fase líquida). Se habla de condición
de subsaturación cuando la presión es superior a la tensión, de
saturación cuando la presión y la tensión son equivalentes, y de
sobresaturación cuando la presión es menor que la tensión del gas
disuelto. Un líquido en condición de subsaturación disolverá el gas
de la fase gaseosa hasta encontrar el equilibrio (saturación). Un
líquido en sobresaturación va a eliminar gas disuelto para encontrar
el equilibro (saturación).
Ley de
difusión de Graham
Artículo principal: Ley de Graham
El fenómeno de difusión entre dos gases, es decir, la velocidad a la
que se mezclan es explicado por esta ley. Básicamente enuncia que la
velocidad de difusión de dos gases, a condiciones iguales de
temperatura y presión, es inversamente proporcional a la raíz de sus
masas molares.
Dicho en otros términos, a igual temperatura y presión, la velocidad
de difusión de un gas de moléculas "ligeras" se difunde más rápido
que uno de moléculas "pesadas".
Los dos principales gases en el aire, el nitrógeno (N) y el oxígeno
(O) se encuentran en las formas moleculares N2 y O2. La masa molar
del nitrógeno es de 28, mientras que la del oxígeno es de 32. Por lo
tanto la velocidad de difusión del nitrógeno es mayor que la del
oxígeno.
Ley de difusión de Fick
Artículo principal: Ley de Fick
Describe la tasa de transferencia de un gas a través de una membrana
(o capa de tejido). Ésta es proporcional a superficie expuesta así
como a la diferencia entre las presiones de sus dos fases e
inversamente proporcional al espesor de la membrana/tejido. Además
la velocidad de difusión es proporcional a la constante de difusión
(particular al tipo de tejido y de gas que interviene).
Fundamentos
fisiológicos y riesgos
Las anteriores reglas físicas tienen una influencia certera en el
cuerpo de un buzo en inmersión y conllevan una serie de efectos
mecánicos y bioquímicos a considerar.
El modelo físico
del cuerpo humano
El cuerpo humano está compuesto de materia en sus
tres fases básicas (sólida, líquida y gaseosa). La única estructura
rígida la constituye el sistema esquelético, el cual tiene la
función mecánica de soportar los demás órganos y tejidos
(principalmente los músculos y con la ayuda de estos las vísceras).
Los componentes del cuerpo unidos directamente al esqueleto (como la
mayoría de los músculos) conservan su posición relativa, los
componentes "libres" o poco asociados al esqueleto (como las
vísceras abdominales) mantienen su posición por equilibrio de
fuerzas. Luego está el sistema respiratorio, consta de sacos y
conductos propios representa los órganos y tejidos con fase gaseosa
por excelencia. El tejido sanguíneo representa la fase líquida más
importante del cuerpo. Finalmente todos los demás tejidos (músculos
y visceras) tienen la consistencia propia de la carne: en mayor o
menor medida firmes y deformables.
Esto, ligado a la arquitectura anatómica, permiten definir tres
"compartimentos" básicos a tener en cuenta:
Cajas rígidas determinadas por el sistema esquelético: la caja
craneana (importante por contener cavidades en fase gaseosa -senos
nasales, frontales y parafrontales; y parcialmente los conductos
auditivos-) y la caja torácica (que contiene los pulmones y el
corazón).
Las vísceras abdominales: separadas de la caja torácica por el
diafragma, pero con tejidos muy elásticos y deformables.
La masa sanguínea: en fase líquida, irrigando todo el cuerpo a
través de vasos, pero con volúmenes considerables en el corazón y en
los órganos muy vascularizados (pulmones y sistema nervioso).
Los reflejos
de inmersión en el hombre
Además de considerar al cuerpo del buzo como un
conglomerado de materiales, cada uno con sus propiedades físicas, es
necesario explicar algunos mecanismos fisiológicos reflejos que se
desencadenan en inmersión.
El hombre es un ser esencialmente terrestre y por tanto su
fisiología esta completamente adaptada a este tipo de vida. Como sus
coterraneos animales, la fisiología humana ha heredado una serie de
mecanismos de respuesta fisiológica y sistémica (no voluntaria) a la
situación de inmersión. Estas respuestas se denominan "reflejos de
inmersión" y consisten en:
Disminución del ritmo cardiaco: desencadenado por el aumento en la
presión arterial.
Hipervolemia (aumento del volumen de plasma sanguíneo), que es
contrarrestado por un aumento en la diuresis (secreción de orina).
Efectos de la presión
Cambios volumétricos por efecto de la presión
A medida que un buzo desciende, el volumen de aire
disminuye debido a la presión. Los compartimentos en "caja" deben
ser suficientemente elásticos para permitir la compresión del
volumen o deben ser compensados activamente por el buzo. Los senos
nasales, paranasales y frontales, así como los canales auditivos
(trompas de Eustaquio) deben compensarse mediante la maniobra de
Valsalva o con un breve ejercicio de espiración forzada cerrando
nariz y boca. La caja torácica (alojando los pulmones) limita en la
parte inferior con el diafragma y la masa abdominal; en apnea el
volumen perdido por el aire contenido en los pulmones es equilibrado
por la dilatación de los vasos sanguíneos en los alveolos y el
desplazamiento hacia arriba de la masa abdominal (y el diafragma).
El buzo SCUBA, al tener una fuente de aire autónoma y equilibrada a
la presión ambiente reemplaza el volumen pulmonar con un mayor
aporte de aire a medida que respira en el descenso; pero debe tener
especial cuidado durante el ascenso.
Los accidentes ligados a este efecto son barotraumatismos mecánicos.
Los principales son las hemorragias en los senos faciales, la rotura
de tímpano. Menos frecuentes y más graves, los barotraumatismos
pulmonares: por sobrepresión (en SCUBA) los pulmones llegan al
límite de dilatación y los alvéolos se rompen generando un
neumotórax (el aire escapa a la cavidad toraxica), un enfisema
mediasteno (el aire escapa a la cavidad del corazón y puede llegar
siguiendo la pared de la traquea al cuello) o una embolia (cuando el
aire escapa por las venas y arterias); y por subpresión (en apnea)
los pulmones llegan a su límite de compresión y se continúa el
descenso, la presión interna será menor que la presión sanguínea,
los vasos alveolares se rompen e inundan los pulmones de sangre, se
generará un edema pulmonar agudo.
Factores de disolución y difusión
En superficie, a nivel del mar (1 bar), las
presiones parciales de N2 y de O2 serán respectivamente de 0,8 bar y
0,2 bar. Normalmente los tejidos del cuerpo están en saturación para
el N2 (es decir que la tensión del N2 en los tejidos es de 0,8 bar).
Pero no sucede igual con el oxígeno. El O2 respirado es transportado
internamente por la hemoglobina presente en la sangre, aunque una
parte importante circula bajo forma disuelta. Además el oxígeno es
consumido en el metabolismo celular, que a cambio produce dióxido de
carbono (CO2) que es transportado por vía venosa (por la hemoglobina
y bajo forma disuelta) hacia los pulmones.
Durante la inmersión aumenta considerablemente la presión parcial de
nitrógeno, generando un desequilibrio entre la presión parcial y la
tensión tisular. Siguiendo las leyes de disolución y difusión de los
gases, los tejidos se encontraran en fase de subsaturación y
empezarán a absorber N2 para equilibrarse nuevamente. Pero esta
saturación ocurre en un gradiente y a ritmos diferentes según el
tejido. La sangre y los tejidos nerviosos se saturan rápidamente,
mientras que los huesos y los tendones son los que más tardan. El
proceso inverso se produce en el ascenso, al remontar a la
superficie los tejidos de un buzo están es sobresaturación de N2 y
tenderán a liberarlo a tasas equivalentes de desaturación.
Si la presión circundante es muy inferior a la tensión de N2 de un
tejido, el gas disuelto (es decir en forma líquida) no podrá ser
evacuado del tejido por difusión. Lo que sucede entonces es que el
N2 volverá nuevamente a su fase gaseosa dentro del tejido. Es decir
que se forman burbujas dentro de los tejidos que normalmente no
deben presentar fase gaseosa.
En un ascenso es normal que se formen algunas micro burbujas de N2 y
de CO2 que son eliminadas progresivamente por vía pulmonar. Pero si
el ascenso se hace demasiado rápido o sin respetar las paradas de
descompresión, la cantidad y la talla de micro burbujas puede ser
más importante. Estas tenderán entonces a formar macro burbujas y
una forma muy especifica de barotraumatismo del buceo autónomo. Este
tipo de barotraumatismo se le conoce con el nombre de accidente de
descompresión y es prácticamente imposible provocarlo en apnea
porque los tiempos de inmersión no son más prolongados que algunos
minutos y están intercalados por pausas en superficie.
El accidente de descompresión es, pues, provocado por una situación
de sobresaturación tisular por encima de un nivel crítico. La
presencia de burbujas en el tejido sanguíneo puede provoca trombos
(trombosis), embolias e incluso la necrosis de los tejidos. Los
efectos pueden ser inmediatos o progresivos.
Efectos
bioquímicos
Equilibrio sanguíneo O2/CO2
Normalmente el O2, por ser el gas consumido para el metabolismo
celular, presenta tensiones sanguíneas menores a las presiones
parciales alveolares, en cambio el CO2, como producto de desecho,
presenta tensiones sanguíneas mayores que las presiones parciales
alveolares. Esto crea un gradiente de presiones en las interfases
alveolo-sangre, que permiten el intercambio gaseoso. El cuerpo posee
un mecanismo fisiológico que nos alerta cuando se ve sometido o se
acerca a una situación de anoxia. Esta alarma fisiológica es la que
produce la sensación de asfixia. El aumento de la tensión del CO2 en
el flujo sanguíneo acarrea una ligera acidificación del pH sanguíneo
debido a su transformación en ácido carbónico, este cambio es
detectado por un par de receptores nerviosos en la arteria carótida
y desencadenan el reflejo de asfixia. Luego no son las tensiones de
los gases las que son directamente "reguladas" por el organismo,
sino el pH del plasma sanguíneo, como indicador indirecto de estas
tensiones. Es decir que nuestro mecanismo de alerta del riesgo de
hipoxia depende invariablemente del cambio del pH sanguíneo debido
al aumento de la tensión del CO2.
Cuando se incurre en una hiperventilación (aumento voluntario o
involuntario de la frecuencia respiratoria), las presiones parciales
alveolares de los gases y de las tensiones sanguíneas tienden a
igualarse: aumenta la tensión sanguínea del O2 y disminuye la de
CO2. El pH sanguíneo tiende a alcalinizarse y por lo tanto se
retarda el reflejo de asfixia. Los buzos en apnea recurren con
frecuencia a una corta hiperventilación en superficie, antes de la
inmersión. Esto con el fin de oxigenar al máximo los tejidos y el
aire contenido en los pulmones, pero también para retrasar la
sensación de asfixia y maximizar así el tiempo de confort durante la
inmersión. La otra cara de la moneda es el riesgo de provocar un
accidente sincopal.
El síncope es la pérdida de conocimiento o desmayo breve, debido a
una insuficiencia de aporte de oxígeno hacia el cerebro (Tensión O2
< 0,17 bar ). Básicamente es el efecto de la hipoxia. Tras una
hiperventilación importante, los síntomas pre-sincopales (sensación
de asfixia, vértigos y mareos) no aparecen y el síncope aparece
instantáneamente y sin advertencia (y para un buzo que no sea
asistido inmediatamente, las consecuencias serán mortales).
Toxicidad de los gases
Hipercapnia: aumento anormal de la tensión de CO2
en la sangre (Tensión CO2 > 40mbar), revelando los efectos tóxicos
de este gas. Puede sobrevenir en el buceo SCUBA, los buzos
inexpertos tratan de disminuir su frecuencia respiratoria en un afán
de "ahorrar" aire de la botella y en buzos profesionales, debido a
un ejercicio intenso durante la inmersión. Los síntomas son un
malestar, angustia y ansiedad del buzo, sensación de asfixia y
respiración superficial; los cuales si no son controlados por el
buzo, amplifican y agravan la hipercapnia llegando al síncope y la
muerte por ahogamiento; además el buzo presa del pánico pueden
sufrir barotraumatismos o accidentes de descompresión por un ascenso
fuera de regla.
Hiperoxia: a partir de tensiones tisulares superiores a los 0,5 bar,
el oxígeno empieza a tomar un carácter tóxico que se consolida
completamente cuando su tensión tisular alcanza 1,7 bar. Bajo esas
presiones parciales el O2 se disocia en radicales libres (peróxido
de hidrógeno H2O2 y radicales hidróxilo ·OH) que inhiben la función
celular a nivel de la membrana. Este efecto sobre la membrana
celular afecta especialmente el sistema nervioso (la membrana
celular de las neuronas y su delicado equilibrio de electrolitos y
sustancias mensajeras son la clave de la transmisión de los impulsos
nerviosos). Por lo tanto, aunque todos los tejidos se ven afectados
por igual, su efecto neurotóxico es el que reviste mayor gravedad.
El sistema nervioso regula y controla la mayoría de las funciones
vitales. La intoxicación por oxígeno produce convulsiones, pérdida
de conocimiento y puede llevar al consiguiente ahogamiento del buzo.
El riesgo de hiperoxia dicta los límites de seguridad del buceo
autónomo con aire (-30 m profundidad máxima permitida, -20 m
profundidad máxima recomendada). Estas profundidades son los límites
teóricos, pero en realidad los efectos tóxicos del oxígeno pueden
encontrarse más abajo, pues su consumo por los tejidos disminuyen
considerablemente su tensión.
Narcosis de nitrógeno: aunque el nitrógeno y otros gases inertes son
químicamente estables, bajo concentraciones elevadas (léase
presiones parciales y tensiones tisulares) producen efectos
reversibles sobre el sistema nervioso. Estos efectos son en general
similares a los debidos a la intoxicación por alcohol o a las
sustancias narcóticas y es por esto que reciben el nombre de
"narcosis". Cuando la tensión tisular del N2 >= 4bar, los efectos
empiezan a manifestarse; pero es muy variable de un individuo a
otro. Son los buzos autónomos con aire los expuestos a este tipo de
efecto, pudiéndose dar casos muy por encima de los -30 m,
dependiendo del estado general del buzo. Los síntomas típicos son la
euforia, despreocupación, alteración de la capacidad de raciocinio y
de concentración, pérdida de memoria y desorientación. La pérdida de
la capacidad de juicio y de orientación, típica de este fenómeno,
puede hacer incurrir al buzo en otros accidentes y eventualmente
incluso al ahogamiento.